lunes, 8 de junio de 2009

SER O NO SER

SER O NO SER


Ricardo Bengolea



Ser o no ser una República, esa es la gran cuestión que debemos dilucidar de una buena vez y para siempre a partir de las próximas elecciones del 28 de junio.
Para que logremos una respuesta acorde a los tiempos que transcurren debemos hacer hincapié en luchar por lograr una sociedad más libre y responsable. Ciudadanos preocupados y ocupados en defender con su voto los principios fundacionales de nuestros padres de la Patria. Establecer como cuestión primordial respetar y hacer respetar los derechos y garantías plasmados en nuestra Constitución Nacional fuente de inspiración de los primeros artífices del desarrollo de nuestra querida Argentina.
No está en juego la Administración del Estado sino su control por parte del Parlamento. No está en tela de juicio los distintos poderes que representan al Estado sino su independencia como premisa necesaria para reconstruir los cimientos de la República perdida durante nuestros últimos sesenta fatídicos años de historia.
Nos encontramos en una oportunidad única como para sentarnos a plantear, discutir y consensuar políticas de Estado para el futuro. Construir la República desde sus cimientos parece una tarea ciclópea sin embargo también es el desafío más alucinante pues ya hemos disfrutado de su sabor de equidad, progreso y bienestar cuando fuimos un país que deslumbró al concierto de naciones.
Lo trabajoso que implica sentarnos todos los argentinos en la mesa grande del Congreso sin excepción para proyectar una nueva República donde no haya excluidos ni entenados será infinitamente más sencillo que diseñar las modernas políticas de Estado hacia el futuro. Comencemos por plantearnos en conjunto nuestro destino.
La pregunta del millón será ciertamente preguntarnos si estamos dispuestos a sembrar y que nuestros nietos disfruten de la sombra que proyecte la Argentina del Bicentenario.
Un maestro caminaba junto a su fiel discípulo por las inmensas extensiones de una comarca asiática cuando sorprendidos por una tenue luz surgida entre el follaje de un grupo de árboles decidieron acercarse. Les salió al cruce el jefe de la familia que junto a su numerosa familia moraban la humilde vivienda. Los invitó a ingresar ofreciéndoles a ambos comida y refugio para pasar la noche. El maestro le preguntó al buen hombre de dónde sacaban los alimentos para vivir. El patriarca le respondió que tenían una vaca, ésta le proveía la leche para alimentar a sus hijos. Era el único sustento familiar. Sin embargo, dirigiéndose nuevamente al maestro le explicó sus desventuras y su pobreza por no lograr avanzar económicamente.
El maestro y su discípulo se retiraron a descansar luego de escuchar los lamentos del buen hombre.
Por la mañana, bien temprano, luego de despedirse del anfitrión y su familia siguieron su camino. Sobre la orilla del sinuoso río que se encontraba un tanto alejado de la casa se encontraba la vaca pastando. Se acercaron al animal y sorpresivamente el maestro le ordenó a su discípulo que desbarrancara la vaca al río. El discípulo le rogó al maestro que reviera tal decisión. El maestro sin contemplación por la suerte del animal y de la familia que lo había acogido durante la noche le ayudo al discípulo a dar por terminada su tarea empujando al animal por el barranco.
Transcurrido un año desde ese evento, el maestro junto a su discípulo volvió a la casa de la familia que les dio cobijo. Sorprendidos observaron que en lugar de la precaria vivienda se alzaba una sólida construcción. Varios corrales con hacienda de todo tipo que pastaban y algunos cultivos habían transformado la realidad rural de la familia.
El patriarca salió al encuentro de ambos con una gran sonrisa e invitándolos a la remozada construcción. Ante la pregunta del maestro de cómo habían logrado tamaño progreso el jefe de la familia le respondió: “Luego que ustedes se marcharon, tuvimos la desgracia que nuestra única vaca se muriera al caer al río. Desesperados, agudizamos la imaginación, compramos otras vacas en el pueblo, vendimos la leche recorriendo varios kilómetros por día hasta el mercado, con el remanente elaboramos manteca y quesos que también vendimos. No podemos quejarnos, somos muy felices por nuestra nueva realidad” El maestro observando a su discípulo le guiñó el ojo y éste comprendió la lección.
Con este breve cuento quería homenajear a uno de los grandes periodistas argentinos, Bernardo Neustadt, en el día del periodista que fue ayer, pues solía relatarlo para plantear la necesidad de la Argentina de desprendernos de “esa vaca” y emprender el camino del desarrollo, el ingenio, la creatividad, el esfuerzo y el progreso.
El maestro comprendió que lo que condenaba a esa familia a la miseria era depender exclusivamente de esa vaca. Al matar a la vaca obligó a la familia, encabezado por el padre a buscar otras alternativas. A ser ingeniosos y creativos con el fin de salir no ya de la pobreza sino de la posible inanición ya que su único alimento había desaparecido.
Los argentinos no podemos continuar con la “misma vaca” de la pobreza y la indigencia, con el populismo degradante que nos esclaviza. No podemos permitir que el Estado siga avasallando nuestros derechos y nuestra libertad, que conspire contra nuestro desarrollo como Nación y como ciudadanos libres. “La vaca” argentina de combatir al capital como reza la “marchita” que el Ministro del Interior sugirió metérsela en cierto lado debe desaparecer. No podemos darnos el lujo con nuestra realidad de vivir todos a costa del Estado, empresarios y empleados públicos. Subsidios y planes que sabotean las futuras generaciones de argentinos que pugnan por recoger los frutos de la siembra de quienes los antecedieron.
Si seguimos manteniendo a esa “única vaca” entre liberación o dependencia seguiremos esclavizados a los tiranos de turno, nuestro potencial como país generador de materias primas se depreciará aún más siendo el hazmerreír del mundo. Con gloria recordamos que fuimos el granero del mundo, poseíamos las razas vacunas más adelantadas en cuanto a producción de carne, una envidiable cuenca lechera que abastecía al mundo, una industria metalmecánica y una biotecnología que eran el orgullo nacional.
Ser o no ser, en esa simple frase se esconde el secreto de depender de una única opción o poder imaginar un país esplendoroso donde haya inversiones y trabajo para todos. Donde la educación, la investigación y la tecnología se conviertan en las auténticas herramientas para el Bicentenario y no solo las vacuas declamaciones y promesas desde el atril presidencial.
No quería despedirme de ustedes sin referirme al tema de los constantes ataques que Néstor ha llevado a cabo contra la industria. Ataque que ya nos tiene acostumbrados desde que asumió como Presidente de la Nación, allá lejos y hace tiempo y continuó hasta nuestro días como un paranoico convencido que ya que su destino es el infierno del ostracismo político luego de las elecciones debemos descender todos con él al averno.
La industria se comportó desde sus oscuros inicios como la contracara del sector más competitivo de nuestra economía, el sector agropecuario. Desde la implementación del IAPI de Perón para lograr lo que Mussolini había conseguido en la Italia fascista de instalar las industrias subsidiadas por el Estado formando necesarios cordones de trabajadores cada vez más empobrecidos para utilizarlos en el futuro como fuerzas de choque contra el progreso, el analfabetismo, la libertad, el desarrollo orgánico y la República.
La industria nunca pudo desligarse de los distintos Estados ineficientes y cómplices.
Ya no era subsidiar a un sector industrial débil sino protegerlo desde y para siempre a costa del sector agrícola que nunca recibió ni subsidios ni prebendas y compite de igual a igual con los demás sectores agrícolas del mundo.
La industria nunca se puso los pantalones largos. Se hizo cómplice de los gobiernos de turno para evitar sus grandes pérdidas. Ante la competencia de los productos importados los gobiernos entendieron que era estratégicamente correcto salvar las empresas.
Si la marcha peronista que ahora disputan Kirchner y Unión PRO clama por combatir al capital, se entiende que salvar a los industriales es proteger el conurbano bonaerense, rosarino y cordobés como soldados de la decadencia.
¡Ni yanquis ni marxistas, peronistas! Ni Chávez ni Obama, Néstor es Néstor y no creo que vaya sólo por las empresas. Como ya es un hecho irreversible que el 28 de junio pierde las elecciones por escándalo, le quedan seis meses de rapiña hasta que asuman los nuevos parlamentarios. Viene por todo. Empresas y sus utilidades, cajas de seguridad, el chanchito de Carlitos lleno de monedas, los silo bolsas que son el resguardo de los productores ante la ausencia de créditos de un país en default y sin seguridad jurídica.
La UIA ruega que las Entidades agropecuarias salgan en su ayuda por el acoso que Néstor y su pandilla ejercen sobre Techint. ¿Qué hicieron los prohombres de la industria mientras el campo protagonizaba la mayor epopeya histórica contra un gobierno tiránico en democracia? Mucho peor que simplemente nada. Aplaudía en primera fila cada inauguración o acto de la Presidente Fernández. antes, durante y después de la epopeya agropecuaria que lamentablemente para los destinos de la Argentina aún no finalizó.
¿Qué pienso acerca de los escarches de los productores agropecuarios a los traidores a la Patria como Scioli, Rossi, Randazzo, Cristina & Néstor? Efectos no deseados ¿Qué pienso acerca de la definición de “pelotudo” que Alfredo De Angeli le dijera a Néstor que se cargó al hombro la etapa más floreciente del país debido a su incapacidad para administrar? Efectos no deseados. Lo de tractores en lugar de tanques, las patoteadas de DÉlía y Moreno como las bravuconadas del patrón de Estancia Hugo Moyano, y los piquetes de De Petri, DÉlía, y otros personajes impresentables de Néstor y su pandilla, lo de oligarcas vende patrias, lo de las huelgas patronales y los piquetes de la abundancia y lo de golpistas también lo consideramos efectos no deseados.
Ser o no ser, that is the question. O logramos dar vuelta la página de nuestra triste historia de decadencia y nos sentamos como ciudadanos maduros para elaborar las políticas de Estado para el futuro sobre las base de la República o de lo contrario los tiranos se irán turnando elección tras elección. Gobierno tras Gobierno.

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