domingo, 5 de octubre de 2008

SALVAJES UNITARIOS

SALVAJES UNITARIOS

Ricardo Bengolea



El habernos acostumbrado al maltrato por parte de los gobernantes de turno como si fueran soberanos divinos nos ha convertido en ciudadanos de segunda.
Mucha sangre se derramó en nombre del federalismo, tanta o más que para sustentar los principios representativos y republicanos plasmados en nuestra Carta Magna.
Fiel reflejo de los estamentos fundacionales de los Estados Unidos se hicieron carne en la vocación libertadora de nuestros patriotas. Los destinos de ambas potencias estuvieron siempre unidos compartiendo orígenes y destinos de grandeza en común.
Fue la retórica nacionalsocialista de Perón y su revolución industrial fascista que nos alejó definitivamente de ser partícipes necesarios de la historia moderna.
El federalismo fue sepultado por el peso de la realidad. Un Estado todopoderoso que todo lo dominaba se fue proyectando sobre nuestras costumbres políticas hasta el día de hoy. Como si fuéramos simples testigos de una burda comedia representada en la coqueta Casa Rosada no participamos ni como público comprometido y ávido de una gran actuación que satisfaga nuestras exigencias culturales ni mucho menos con el ropaje de actores sobre la patética escena política.
El matrimonio soberano intuyó que gobernaba corderos en lugar de ciudadanos ya que los “escandaletes” generados por el sobre con dinero de la Ministra Miccelli, las comisiones de Skanska, Antonini y la valija, Uberti y “las valijas”, la efedrina y los narcos mexicanos, todos juntos triunfaremos, son a las claras la más cabal demostración de impunidad y de una opinión pública permisiva y cómplice.
El Leviatán de Hobbes es un poroto al lado de la Administración de los Kirchner.
El Estado absoluto que rige los destinos de la Nación sin control por parte del pueblo convierten a la democracia argentina en una parodia donde el poder es cada vez más poderoso y rico y los ciudadanos cada vez más pauperizados cultural y económicamente.
El peso del Congreso en la mayor democracia del Mundo tuvo en vilo al resto de la economía global. A pesar de los esfuerzos del Presidente George W. Bush, del candidato republicano McCain y de la oposición Barak Obama, clamando por un plan de salvataje de U$ 700.000 millones, fue la mayoría de las Cámaras de Senadores y de Representantes quienes tuvieron la última palabra. Al parecer dos principios colisionaron: el del liberalismo ortodoxo y el federalismo. En la Argentina no hubiera triunfado el liberalismo por un vicio ideológico muy nuestro y el principio del federalismo menos aún pues somos esencialmente unos salvajes unitarios. Salvajes en todo sentido. Nos someten al igual que sometemos cuando tomamos las riendas del poder, no creemos en las autonomías provinciales que son la esencia misma del federalismo.
Los americanos se dieron cuenta que fueron muy laxos con los controles implementados para regular las actividades financieras de Wall Street. No es el fin del Imperio como muchos agoreros pregonan. Creo que solo fue un traspié. A lo largo de su historia nuestros primos del Norte han dado pruebas cabales de su esfuerzo y su coraje por campear las tempestades.
Mientras Carlos Kunkel les sugiere a los de la Mesa de Enlace agropecuaria que le pidan al Cardenal Jorge Bergoglio que haga llover en el interior de nuestro país, el campo retoma su justo reclamo sectorial con renovados bríos. En la Argentina de los Kirchner es mala palabra ser opositor, si además tienen el mal gusto de demostrarles en el Parlamento que tienen razón con el oportuno desempate de Cleto Cobos, mucho peor. Pasaron dos meses y medio desde la suspensión de la Resolución 125, el mayor acto de pillaje conocido desde el inolvidable 2001 durante el breve reinado de Duhalde.
El Gobierno de la Presidente Fernández decidió continuar con la “política agropecuaria” de ignorar al sector más productivo de la economía argentina a sabiendas que ha subsistido desde el primer “¡Sí Juro!” de Néstor I de Río Gallegos hasta quedar en evidencia mientras duró la epopeya de los meses del conflicto no solo contra el campo sino contra el interior del país.
La estrepitosa caída de los commodities, el aumento imparable de los herbicidas, pesticidas y fertilizantes, el deterioro del dólar con respecto a la tasa de inflación, a pesar que Moreno y sus muchachos se esfuercen junto a Martín Redrado en enfriar la economía y la sequía más seria en cien años conformaron un cóctel demasiado explosivo para que la gente del campo y su correlato en el interior profundo se mantuvieran a la espera de alguna señal positiva por parte del Estado. El matrimonio regente tiene un encono especial contra el campo. La derrota sufrida luego de cuatro meses de conflicto sumado a su congénito resentimiento contra la idiosincrasia rural hace de esta pareja enemiga de la República el obstáculo insalvable para nuestra recuperación como Nación. El campo es sinónimo de federalismo al igual que las alicaídas economías regionales y las Provincias. Esa estructura federal significa la copartipación en los ingresos nacionales. Un “imposible” dentro de la mentalidad kirchnerista. Hasta una consultora para asesorar a futuros inversores han creado, no tienen vergüenza. Tampoco la menor ética, sabiendo que cuando se ejerce una magistratura como la que la mayoría del pueblo los invistió se acaban los negocios particulares.
Quizás el personaje más patético sea el gobernador de la Provincia de Buenos Aires Daniel Scioli. Apremiado por el déficit que supera los $ 3000 millones junto a su gabinete y numerosos intendentes han comenzado a reclamar en público el reparto de fondos de la coparticipación federal. Buenos Aires genera algo más del 35% del producto bruto interno pero recibe apenas el 20% de los fondos que recauda la Nación.
¿Saben lo que sucede? En el 2009 hay elecciones y Kirchner no se puede permitir abandonar al motonauta a su suerte, siendo éste el tractor que permitió definir las elecciones a favor de su mujer el año pasado. Sin embargo creo que Scioli esta organizando su desembarco como presidenciable. Intuye la debilidad de los Kirchner. Ahora o nunca.
Los radicales claman por Cobos, pero con un breve purgatorio. Los socialistas por los 3 millones de votos radicales, pero sin Cobos. Carrió por la sumatoria de ambos y Mauricio Macri por captar a todos los peronistas no oficialistas. Duhalde se hace el otario y bendice la armoniosa relación entre radicales y socialistas, sin Cobos. Cleto intenta captar a los radicales sin Moreau y el “Coti” Nosiglia. En eso coincide con Guistiniani y Carrió. El ex Presidente aguarda agazapado seduciendo con su movimiento productivo observando con un ojo al activo Mario Das Neves ¿No era el “Mario” de la Aduana? La Monarquía esta al tanto de estas minucias políticas. Conoce el divismo y las apetencias de cada uno de ellos. Sus flaquezas personalistas y su “angurria” electoral. A pesar de no medir más de 20% en las encuestas, los Kirchner se saben ganadores para el 2009. ¿Usted cree que eso es imposible? Pregúntele a Chávez cómo gobierna. Atomiza a la oposición sin esfuerzo alguno. Deja que cada uno asuma su protagonismo egoísta. Lo mismo sucede en esta parte sur del Mundo
A pesar de considerar el constante pisoteo de las instituciones y el atropello burdo de los principios constitucionales, la inseguridad sigue siendo el gran tabú nacional. Según la última encuesta de Gallup, el 83% de los encuestados opinaron que la inseguridad está igual o peor durante los últimos 12 meses (Fuente La Nación). Supera a temas como la desocupación, la economía e incluso los vaivenes políticos del Gobierno.Quizás si el Estado tuviera vocación por implementar políticas para solucionar los problemas sociales que combatan la pobreza y la indigencia sumadas a modernas políticas de justicia y seguridad se podría vislumbrar una sociedad protegida del flagelo de la violencia, de la droga y el delito. ¿Cuántos tendrán que morir para que los políticos se avoquen a una legislación acorde con nuestros tiempos? ¿Cuántas familias se destruirán por los inexplicables criterios jurídicos emanados de los jueces? La solución vendrá de la mano de la decisión mancomunada de toda la sociedad para terminar de una vez y para siempre con nuestra vieja costumbre de ocuparnos de los derechos humanos de los delincuentes en desmedro de los derechos y garantías avasalladas tanto por quienes cometen esos actos aberrantes como por parte de numerosos jueces y políticos, cada uno de ellos en la porción de responsabilidad que les toca.

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