jueves, 21 de agosto de 2008

VOLARE

VOLARE

Ricardo Bengolea



La delicada situación financiera con que el Grupo Marsans “nos devolvió” Aerolíneas Argentinas sumada a la casi inexistente inversión por parte de la empresa española muestra a las claras el meollo del problema: la falta de seguimiento por parte del Estado argentino no solo en este caso en particular sino en la mayoría de las empresas privatizadas desde comienzos de la Administración Menem.
La política de privatizaciones de empresas públicas llevada a cabo por cientos de países que lideran el desarrollo económico en el Mundo no fracasó. En la Argentina sí. El dilema es dilucidar la forma legal y financiera de llevarlas a cabo y desde ya el cumplimiento efectivo del papel de policía por parte del Estado, quién debería fiscalizar que se cumplan cada una de las cláusulas por parte de las empresas adjudicatarias del proceso de privatización.
¿Qué política se implementó al privatizar las empresas del Estado durante la Presidencia de Carlos Menem? ¿Se evaluó la posibilidad que alguna de ellas pudiera convertirse en empresas mixtas con capital estatal mayoritario como Petrobras? O bien deseosos de “cobrar” la comisión por sacárselas de encima pues no conciliaban con la “Argentina moderna” que pregonaban Menem y Cavallo sencillamente “ las regalaron” sin exigirles nada a cambio.
Raúl Alfonsín no supo, no quiso, no pudo, sin embargo la dupla Terragno y Tanoira nos demostraron que era posible una privatización correcta. ¿Recuerdan la línea aérea de origen escandinavo SAS? Cuantos dolores de cabeza nos hubiésemos evitado si el bloque peronista de ese entonces, liderado por Eduardo Menem, no hubieran hecho lo imposible por evitarlo. Pero me olvido que son hábiles hombres de negocios: las privatizaciones las tenía que llevar a cabo su hermano Carlos.
Recuerdo algunos conceptos del doctor de la Iglesia Santo Tomás de Aquino en mi paso por la Universidad de Derecho. Por ejemplo cuando hacía referencia al principio de subsidiariedad del Estado. Que el Estado no realice aquellas actividades que los privados pueden realizar competentemente. Nuestra historia está colmada de ejemplos donde la incapacidad del Estado-empresario quedó demostrada generando más inflación, más deuda, mayor ineficiencia y corrupción en el manejo y los resultados económicos, donde los clientes se transformaban en castigados usuarios. Pésimo servicio y como sucedía con ENTEL (Empresa Nacional de Telecomunicaciones), por recordar algún caso, directamente no existía la posibilidad de contar con una línea telefónica.
Mucha agua pasó por debajo del puente.A pesar de ello vamos en el mismo sentido, equivocado.
Las empresas de capital privado hacen responsables a sus ejecutivos de los errores que surjan del manejo de las mismas. La implementación de estrategias equivocadas de inversión que le impidan un resultado positivo en sus balances serán debidamente explicadas en la Asamblea de accionistas. En todo caso será un problema que tendrán los directores con los accionistas. Con las empresas en manos del Estado, nadie se hace responsable por sus desastres financieros y mucho menos por el cumplimiento del servicio, sin embargo quién paga los errores es el pueblo.
El gobierno peronista vuelve a tomar la iniciativa. Perón estatiza, Menem privatiza, Néstor y Cristina reestatizan. Gran negocio. Ahora será más difícil tararear la canción de Doménico Modugno “Volare”, ¿Quién se animará a volar en una aerolínea sustentada económicamente por un Estado fundido? ¿La genialidad de Julio De Vido y el Secretario de Transporte Ricardo Jaime pueden aportar confianza? No lo creo.
En medio de esta delicada situación, la Presidente se trasladó a Mar del Plata para cambiar el nombre del Aeropuerto Brigadier de la Colina por el del querido “Nonino” Piazzolla, cuando los ciudadanos lo conocen como aeropuerto Camet por la zona donde se encuentra emplazado ¿Alguien recuerda al Aeropuerto Ministro Pistarini? Para el resto del país, sencillamente: Ezeiza. ¿No habrá otros temas más trascendentes que ocupe la febril actividad de nuestra Presidente que los cambios de nombres innecesarios en aeropuertos donde gracias a la crisis económica hay una sola frecuencia por día y la ciudad ostenta, con pena y sin gloria el índice más elevado de desocupación del país?
Quienes levantaron vuelo, si me permiten el juego de palabras, fueron los peruanos.
Al igual que los presidentes de Chile y Brasil, Alan García demostró que se puede ser eficiente compartiendo la ideología socialista. En el fondo se trata de eficiencia y no de ideologías. La agencia Moody´s elevó la calificación de la deuda peruana de Ba2 a Ba1 quedando cerca del investment grade (grado de inversión) que alcanzara meses atrás Brasil. Argentina sigue a la deriva, copiando las estatizaciones del bolivariano Chávez y de Evo. Pensaba que si “en lugar de cambiar el nombre al aeropuerto de Mar del Plata hubiera apostado a la modernización del sistema de radares en Eseiza y en todo el extenso territorio nacional para que la droga no se nos “cuele” por nuestro patio trasero hubiera sido más positivo”. Solo un pensamiento en voz alta.
Perú había dejado de cumplir con sus obligaciones externas hace 20 años atrás. Alan García (1980-1985) era el Presidente en ese entonces. Aprendió la lección. Es simple, con abrir nuestra mente podemos avizorar lo implacable de la globalización. Queremos inventar la pólvora. Las exportaciones peruanas potenciaron un crecimiento económico del 10,35% en el primer semestre del año. Cristina y Néstor se dedicaran a pulverizar el incipiente crecimiento atesorado en los últimos años y se esmeraron en generar un ridículo conflicto con el sector agropecuario, que genera los mayores saldos exportables en un Mundo ávido de materias primas.
A la calificación hecha por Moody´s le antecedieron Standard & Poors, que elevó a Perú al grado de inversión y Fitch Ratings al grado de inversión BBB, en el mes de julio y abril respectivamente.
No nos quedan más empresas calificadoras de riesgo ni organismos de crédito internacional que no nos haya bajado la nota o simplemente anoticiarnos que vamos por muy mal camino. Preferimos aguantar con Guillermo Moreno y su “país de las maravillas” casi sin pobreza e indigencia aguardando las complacientes palabras de Néstor Kirchner, el Mago de Oz.
No se trata de que “la deuda la paguen los gallegos” como afirmara Hugo Moyano sino que el Parlamento, gracias al conflicto con el campo, vuelva a la senda del trabajo y finalmente establezca el monto de la inevitable reestatización.
Varios informes de notables analistas económicos y políticos dan cuenta de la probabilidad cada vez más cierta de acotar el período presidencial de Cristina Kirchner. El peronismo no desea vivir el traumático final de la Alianza y mucho menos el colapso sufrido por la UCR como efecto secundario de esa frustración política, de ahí que sus anticuerpos disidentes han tomado la decisión de salvar “el honor, la liturgia y la historia” del justicialismo proponiéndose como hipótesis de trabajo ¿o de conflicto? la renuncia de la Presidente antes de finalizar su mandato. Si eso es real ¿Quién asumiría? ¿Cobos? No duraría más que un par de días a pesar de contar con más del 60% de intención de voto en la actualidad. ¿Quién sería pues? Se lo dejo a su imaginación.

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