jueves, 14 de agosto de 2008

VALS EN EL TITANIC

VALS EN EL TITANIC

Ricardo Bengolea



Durante su programada visita al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) la Presidente Fernández se refirió a la juventud: “Qué alegría que haya tantos jóvenes investigadores; hoy muchos son tilingos” y por casa ¿Cómo andamos? Dejé que pasaran algunas semanas aprovechando el receso invernal con la esperanza de poder disfrutar de los grandes cambios necesarios en la economía y en la política nacional que nuestro estadista de turno potenciara luego del conflicto con el campo y el knock out de Julio Cleto Cobos en el Senado.
Nada por aquí, nada por allá. Gatopardismo puro. Según el Gobierno los cambios en el Gabinete y en su política económica (recompra de bonos) son una realidad. Sin embargo cuando nos aventuramos a leer los informes y artículos publicados en el extranjero podemos comprender que para el resto del Mundo la Argentina se desbarranca inevitablemente.
Según Wall Street el país se encuentra a las puertas del default como sucedió en 1999. Para la Presidente, su marido y el “coro de ángeles” que los rodean, el vaticinio que nuestro país finalizará en un infierno similar al 2001 es una exageración.
El campo nunca bajó sus brazos. El reclamo por una política agropecuaria seria y moderna continúa con los mismos bríos que hace 3 meses atrás cuando tomaron la sabia decisión de rechazar la Resolución 125 que aumentaba las retenciones y las transformaba en móviles. El campo sigue su lucha, convencido que es la lucha de toda la Nación por prenderse definitivamente del tren del desarrollo y el crecimiento.
No comprendo como el Gobierno sostiene con tozudez esa vocación suicida. Juega con fuego y quema sin contemplaciones la esperanza y los sueños de su pueblo. “Pura ideología” pensé. Me equivoqué. Es solo incapacidad y pillaje. Corrupción alimentada por los diferentes estamentos del Estado que deberían ocuparse por fiscalizar los actos de gobierno y sin embargo prefieren permanecer ciegos, mudos y sordos.
Durante el Congreso anual de la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (Aapresid) llevado a cabo en Rosario durante esta semana se estableció como premisa que la inversión en el sector agrícola caería un 25% por la falta de crédito, la ausencia de políticas de crecimiento agropecuario, las trabas a las exportaciones, aumento de impuestos provinciales y municipales y un clima de negocios enrarecido y de pocas expectativas. Si a eso le sumamos la caída del precio internacional del trigo y la soja, se vislumbra un complicado panorama económico y financiero.
El Gobierno se entretiene cambiando figuritas. Como en el colegio. Fernández (uno de los inefables cuatro) por Mazza, ¿Mazza por Néstor? El alfil de la Presidente carece de poder real. Desde el Ministro Randazzo hasta el Secretario de Comercio Interior Moreno, han demostrado quienes son los que ejercen el poder en la República.
El primero de ellos no puede volver a su natal Chivilcoy y el otro lleva a su mujer como guardaespaldas. Como diría el conductor de Intrusos Jorge Rial: “Argentina, país generoso”.
Una muestra de nuestra impotencia son las declaraciones y los resultados de la mayoría de los atletas argentinos en Beijing. Les advierto que es más chic que decir Pekín.
La sociedad es la sumatoria de los aciertos y fracasos de todos los que la conforman. Según los resultados, no solo en las Olimpiadas, sino en el atroz encanto de ser argentino como diría Marcos Aguinis, hace ya muchos, pero muchos años que no obtenemos ni una sola medalla de bronce.
Con un Evo Morales exultante por su triunfo en el referéndum revocatorio. Chávez eclipsando antojadizamente con la anuencia del Gobierno argentino la figura de Lula Da Silva durante su fugaz visita a nuestro país y la trascendental visita del presidente ecuatoriano Rafael Correa, seguramente le darán al matrimonio Kirchner el plafón necesario para plantarse ante el mundo con la soberbia que los caracteriza: “ Ni yanquis ni marxistas: peronistas”.
La inflación ronda el 30%. El impuesto que castiga sin miramientos a las clases económicas más pauperizadas. Cristina se preocupa por combinar su ajuar de pañuelos con el fin de simular algunos retoques en su cuello. Cristina se divierte con las chanzas de Chávez a sabiendas que paga casi el triple la tasa de interés al bolivariano por encontrarse la Argentina fuera del circuito financiero internacional. Cristina y Néstor solo escuchan los compases de la orquesta no el repiquetear de las olas sobre el casco del buque.
La música que proviene de la cubierta del Titanic tiene a sus pasajeros empalagados por los valses de Strauss. Nadie pareciera darse cuenta del hundimiento.
Las cifras de 8000 argentinos muertos por accidentes de tránsito en un solo año es una cifra que espanta. Termómetro de nuestra forma de vivir. ¿Cuántos argentinos han dejado de existir por las irresponsables políticas de seguridad? El que hayan hallado a los tres empresarios asesinados en General Rodríguez es solo una anécdota dentro de esta historia lúgubre y salvaje que Juan Carlos Blumberg apasionadamente llamó la atención de todos en tres marchas multitudinarias. Qué lejos quedaron esos reclamos. Cuantos muertos y familias destrozadas por tanta impunidad, tanta incapacidad
¿La inseguridad es un negocio que reditúa beneficios para alguien? La vida en nuestro país no vale absolutamente nada. La impunidad se observa en fallos judiciales inexplicables, en la corrupción más escandalosa alimentada por el tráfico de estupefacientes y los grandes negocios ilícitos. Desde ya que hay muchos que lucran con el flagelo de la inseguridad. Como lo hicieron los piratas del asfalto con la triste desaparición de Axel Blumberg y cientos de argentinos que conviven en un país “libre” donde cada uno hace lo que le place con total impunidad.
La inseguridad en la Argentina es hoy la madre de todos nuestros problemas. Será por cierto imposible soñar con una Nación si no logramos aprender a convivir entre nosotros sin matarnos. Los accidentes de tránsito son el fiel reflejo de cómo nos manejamos por la vida. Con un gran desprecio por nuestro conciudadano.
La seguridad deberá plantearse como una necesaria política nacional. Hubo una vez un Alcalde de Nueva York que llevó a cabo una verdadera transformación convirtiendo a su ciudad en una de las más seguras del Mundo. Un tal Rudof Giuliani. Creo. ¿Será tan difícil convencer a todos los argentinos que se debe reprimir con toda la fuerza de la ley a quién la viole cometiendo un delito? La sociedad delega el poder de policía al Estado para que lo resguarde del delito. Asimismo delega en los jueces la administración de justicia. En ambos casos, el ciudadano afectado por la vulneración de alguno de sus derechos o garantías constitucionales debe exigir al Estado la satisfacción, la reparación de los mismos de inmediato. No se puede soñar en una Nación, en las puertas de su bicentenario, sin atacar el sustento de toda sociedad: la justicia.
No nos equivoquemos. Que no podamos escuchar ni darnos cuenta que nuestro Titanic se hunde no se debe a la música de la orquesta que nos deslumbra. En una sociedad civilizada primero se solucionan los temas de la justicia, la seguridad: la convivencia.
Estamos tan absortos con la música que olvidamos pensar en la manera de salvarnos como sociedad.

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