miércoles, 5 de noviembre de 2008

EL SUEÑO AMERICANO

EL SUEÑO AMERICANO


Ricardo Bengolea






En la persona del flamante Presidente de los Estados Unidos, Barack Hussein Obama, confluyen dos de las grandes frases grabadas en el ideario popular:
“El sueño americano” (the american dream) y “yo tengo un sueño” (I have a dream) exclamada con todo el dolor y la esperanza hace ya 45 años atrás por el líder negro Martin Luther King en su recordada Marcha a Washington. Mucha agua corrió por debajo del puente de la vida política y social de nuestros primos del norte y siempre el factor esperanza (hope) fue la determinante no solo de sus ciudadanos sino de los millones de seres humanos que fueron emigrando en pos de un futuro mejor.
Obama obtuvo 349 electores contra 161 del republicano McCain. ¡Yes we can! (sí podemos) repetía Obama en cada uno de sus discursos incluso el que anoche brindó en el centro de Chicago. Este abogado de color egresado de Harvard y sin trayectoria política determinante, como sí lo fueron sus predecesores, marca a las claras la esencia del pueblo americano. Su determinación de que todo es posible. Con esfuerzo y capacidad se puede aspirar a cumplir los sueños.
Estados Unidos es la primera república moderna de la historia. De su Carta Magna tomamos sus principales derechos y garantías ciudadanas con un pequeño detalle: poco hemos aplicado esas ideas republicanas sobre todo en nuestros últimos y decadentes 60 años de vida política. Si repasamos brevemente cómo llegan Obama y McCain a las elecciones podremos dilucidar cuales han sido nuestros errores más comunes e intentar al menos promover el cambio necesario para una actividad política más transparente y eficiente.
Mientras McCain se postulaba con éxito para dirigir la campaña del Partido Republicano, Barack Obama mantenía una tediosa confrontación interna con Hillary Clinton a quién la mayoría consideraba “número puesto” para enfrentar al republicano veterano de guerra por la Presidencia de los Estados Unidos. El pueblo americano siguió atentamente los diferentes debates, congratuló a Obama y respetó aún más a Hillary por su noble actitud de reconocer que era el tiempo de éste joven de color de padre keniata y nacido en Hawai. Tanto Hillary como Obama representaban opciones por demás singulares. Ella sería la primera mujer en asumir la primera Magistratura de la Nación y Obama el primer hombre de raza negra en alcanzar tamaña responsabilidad. Para recordar: el 41% de la población de los Estados Unidos pertenece a alguna minoría racial.
Mientras se sucedían los debates entre John McCain y Barack Obama, pensaba que le sería muy difícil al candidato demócrata vencer a un veterano y héroe de guerra mientras las Fuerzas Armadas aún seguían comprometidas con su presencia tanto en Afganistán como en Irak. Asimismo los americanos debían probarse a si mismo que luego de más de 40 años de coexistencia habían desaparecido los estigmas raciales que provocaron en 1861 durante la Guerra Civil más de 600.000 soldados muertos y en 1963 otros 50.000 negros linchados solamente por el color de su piel. Su nombre Barack Hussein tampoco ayudaba recordando el 11 de septiembre.
Sucedió lo inesperado, la gran crisis financiera que explota como un volcán y con los ríos de lava se lleva consigo las aspiraciones del candidato republicano. Barack no solo triunfa por los “méritos” de Bush sino por comprender la necesidad de un cambio que el mismo pueblo les exigía a ambos. A McCain no le bastó con oponerse a la mayoría de los proyectos de su Presidente en ejercicio. El ciudadano común apostó a lo nuevo, a lo joven, a lo distinto. Como lo hizo siempre, apostó con coraje a una transformación ante una crisis similar a la Gran Depresión de 1930.
¡Sí podemos! Respondían miles de voces reunidas en el centro de la populosa Chicago ante cada pregunta de Obama. Esa afirmación rotunda es la auténtica demostración de esperanza, apostando por un futuro promisorio y los legados gloriosos del pasado que como pruebas irrefutables de la vocación de todo un pueblo por respetar la libertad y el esfuerzo como grandes herramientas para dar vuelta la página de la historia.
Siempre sostuve que era tiempo para que implementemos de una buena vez la no obligatoriedad del voto. Si hemos madurado para analizar y discutir las atrocidades que nuestra propia guerra civil de los años ´70 nos ha dejado, si hemos sobrevivido a las calamidades que significaron la incapacidad y la corrupción tanto de gobiernos militares como civiles y si además fuimos conducidos a una guerra contra la OTAN en Malvinas bien podemos considerarnos lo suficientemente maduros como para votar sin que el “papá” Estado nos este obligando a hacerlo.
La posibilidad de votar en días alternativos me pareció una idea brillante, incluso hacerlo por correo. ¿Recuerdan el voto electrónico que Felipe Solá prometió implementar en la Provincia de Buenos Aires?
En nuestros pagos, muy al sur, Lilita Carrió sigue batallando contra los molinos de viento, por lo menos da pelea, mientras que el resto de la oposición permanece inerte esperando algún milagro. Carrió denunció lo mismo que el ex Presidente uruguayo “Son todos una manga de ladrones”. El primer mandatario involucró a todo el pueblo argentino, Lilita mucho más selectiva, a la administración de los Kirchner.
Néstor ordena, Cristina, Massa y Amado obedecen. ¿Obediencia de vida política o De Vido? No hay vergüenza mucho menos ética. El manotazo de ahogado sobre los depósitos de miles de futuros jubilados que apostaron al sistema de capitalización en las AFJP no es la primera ni será por cierto la última vez que el Estado, nos roba de manera tan descarada. Antes fue Brodherson y Grinspun con el ahorro forzoso ¿o forzado? Como preguntaría Neustadt. Luego vino Cavallo y su famosa intangibilidad de los depósitos bancarios, corralito, devaluación y otras yerbas. ¡Pobres de nosotros! Ahora son los depósitos de millones de argentinos que sueñan con una jubilación digna los que están en pugna. Nos olvidamos, pero hace apenas tres meses si no fuera por la digna postura del hombre de campo con el apoyo del resto de los hombres y mujeres de nuestro país, los Kirchner hubieran logrado hacerse de fondos para su caja.
La propiedad en los Estados Unidos es absoluta. En la Argentina la propiedad es en función social. No es absoluta. Es un poco loco pues si tomamos nota del pensamiento de Juan Bautista Alberdi, aquel que “pensó” nuestra Constitución Nacional extrayendo los principios rectores de la libertad y el respeto por los derechos a la propiedad podremos observar que nuestra Carta Magna tiene muchas similitudes con la de América del Norte incluso con varias Constituciones de Estados de la Unión. El principio rector es el respeto por los derechos. El de propiedad debe ser absoluto de ahí que el Estado jamás podría tomar para sí los fondos que pertenecen a los dueños de dichos depósitos. La propiedad de esos fondos debe ser absoluta.
El respetar los derechos inalienables de los ciudadanos es una cuestión cultural. Respetamos y hacemos respetar. En el fondo, el Estados somos todos y por ello, por comisión u omisión somos medianamente responsables por el estado de iniquidad al que hemos arribado.
Un aporte más al “país libre” que muchos ayudaron a concebir es el inaudito fallo plenario de la Cámara de Casación Penal que será de aplicación obligatoria para todos los Tribunales Federales. “Todos los procesados, no importa el delito que se les impute, deben esperar su juicio en libertad”. Una locura. Imaginen un violador, un asesino u otro delincuente hallado “in fraganti delicto” liberado hasta que algún tribunal se digne a dictar sentencia. Conocemos el caos que existe en la justicia argentina. Demasiadas causas, pocos jueces, escasa infraestructura. Una combinación de terror. A estos ingredientes hay que sumarles el errático y confuso criterio que los jueces dictan en sus sentencias, el conocido 2 x 1 que tantas satisfacciones ha dado a los delincuentes y tantas muertes ha causado. Mientras dure el proceso, acorde con el Pacto de San José de Costa Rica, cada año en prisión se contará el doble.
No es oportuno, como casi todo en la Argentina. Mientras el pueblo exige a sus políticos leyes más duras para combatir a la inseguridad reinante, el máximo tribunal penal nos sorprende con este fallo plenario.
Como contrapartida, la Corte Suprema Justicia de la Nación señaló en una sentencia que los decretos dictados por el Presidente con contenidos de leyes, los llamados decretos delegados, deberán ser aprobados por ley del Congreso. No todo esta perdido.
Una tenue luz de esperanza se proyecta sobre el mundo con el advenimiento del nuevo Presidente de los Estados Unidos. El sueño americano fue posible gracias a la esperanza y vocación de cambio de su gente. El sueño de Martin Luther King y el de JF Kennedy fueron logrados con la consagración de Barack Obama como un aire nuevo del cual se nutrirán sus dirigentes y sus representados. La esperanza de ser un gran pueblo nunca se perdió y justamente este desafío es el que debemos plantearnos todos los argentinos, copiar de los americanos el coraje y la fe en si mismos como lo hicieron nuestros intelectuales al organizar nuestro país hace ya muchos años atrás.
La libertad, la educación, los derechos y garantías constitucionales y el sistema republicano de gobierno deberán ser nuestra esperanza.
Parafraseando a Barack Obama: ¡Sí podemos!

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