martes, 6 de octubre de 2009

LA ARGENTINA MINIMALISTA

LA ARGENTINA MINIMALISTA


Ricardo Bengolea




Que Brasil haya sido elegido para el 2014 sede del Mundial de football y en el año 2016 para que lleve a cabo los Juegos Olímpicos habla bien de su pueblo y de sus gobernantes. Brasil es un gran equipo que produce, genera y crece. Tanto bienes como confianza. Nuestro país, en esa odiosa costumbre de las comparaciones sigue inmerso en un tobogán descendente que significa el fracaso de un modelo de país.
Brasil, como equipo, ha generado las condiciones suficientes para ser considerado como país emergente. Con el peso específico de su creciente economía y su influencia geopolítica ha dejado en un triste rincón a la Argentina, aquella que fuera el “granero del Mundo”, la gran productora de carne, la tierra bendita por el aporte de sus pensadores, filósofos, artistas, capitalistas.
Brasil apostó a ser un gran país y convertirse en el faro imprescindible de Latinoamérica mientras nosotros continuamos con las atribuladas relaciones con el Fondo Monetario Internacional, nuestros vergonzosos desplantes a la embajadora de los Estados Unidos Vilma Socorro Martinez por parte del impresentable Aníbal “Animal” Fernández, Jefe de Gabinete de Ministros. Lo paradójico es que la Presidente durante la última reunión del G20 intentó, a los empujones, como quién se acerca a la mesa llena de comida en un casamiento, estrechar la mano de su par Barack Obama.
Obama recuerda lo insultante que fue la contra Cumbre de Mar del Plata organizada por Kirchner, Maradona y Chávez. Bush al igual que Barack representan al pueblo americano.
La Argentina minimalista fue una prolongada apuesta de nuestra clase política que simplemente tuvo y tiene miedo al progreso. Su apuesta es por pequeño país. El país “de bolsillo”. Pánico a la libertad con responsabilidad, de ahí que se protege así misma con más regulaciones, más inseguridad jurídica, más política barata populista. Actuamos en soledad. Sálvese quién pueda.
Y cómo pueda.
De vez en cuando, algún triunfo como el logrado por Del Potro en el US Open nos sirve para saber que seguimos vivos como sociedad olvidando que detrás del notable tenista de Tandil trabaja todo un equipo.
Durante el lamentable conflicto que el Gobierno llevó a cabo contra el campo y el interior del país, se apostó a “reducir” las ganancias de los oligarcas chacareros apretando el torniquete fiscal hasta desangrarlos. Brasil y Lula apostaron por el campo y “se regalaron” U$ 50 mil millones para ampliar sus fronteras agropecuarias y mejorar sus exportaciones. Ante la locura argentina, también lo hicieron Chile, Paraguay y Uruguay.
Luego el Gobierno apostó sin miramientos al Grupo Clarín en su afán de castigarlo por el apoyo del Grupo de Multimedios a la lucha del campo contra el avasallamiento inaudito de los Kirchner. Sus Diputados y Senadores, como simples escribanos de los mandatos del Poder Ejecutivo volvieron a sorprender a propios y extraños con su Proyecto de Ley de Medios Audiovisuales. Una nueva ley mordaza contra la libertad de prensa y la libertad de expresión. La Sociedad Interamericana de Prensa, el CEMCI, y prácticamente todos los medios de comunicación del país están convencidos de la necesidad de una nueva ley, pero no como está planteada.
Bajo el pretexto del monopolio se intenta dominar al mensajero y a sus verdades reveladas.
Nuevamente la Argentina minimalista apuesta por las pequeñas cooperativas, las ONG, las asociaciones civiles con el argumento de democratizar la comunicación. Lo único que lograrán será una peor radiodifusión y el posterior quebranto de las mismas. Sin inversión no pueden existir buenos productores, buenos directores, eximios actores y mucho menos auspiciantes. Salvo que el Estado asuma todas esas funciones. Habrá mucho más desempleo y una depreciada programación. Todo será como un gran Canal 7. Oficial, culturoso y paupérrimo por donde se lo observe. Mientras la financiación provenga de los bolsillos de todos los ciudadanos del país ¡¿A quién le importa el rating?! No habrá competencia. No habrá excelencia. ¿Las telecomunicaciones de Castro y Chávez o las del exitoso Ted Turner?
La Presidente Fernández frente al atril nos duerme nuevamente con su retórica inconsistente y mediocre anunciado la apuesta por las cooperativas de trabajo como si aún estuviéramos en el Archipiélago Gulag o en alguna experiencia bolchevique de la olvidada Alemania Democrática donde la democracia y la República definitivamente no existían.
100.000 nuevos puestos de trabajo en un país donde más de 20 millones de argentinos no poseen empleos o trabajan para sobrevivir bajo cualquier condición laboral es parte de la política minimalista a la que me refiero. Es lo que hay.
Alemania aportó durante 10 años más de U$ 100 mil millones por año para recuperar a su par comunista. Apostaron a crecer juntos sabiendo la capacidad congénita de su pueblo.
Argentina sigue repartiendo migajas entre sus hijos y el Gobierno a sabiendas destruye el aparato productivo. El campo y la industria sufren en carne propia tamaño despropósito. Lo mismo sucede con el comercio y las pequeñas y medianas empresas.
No podemos salir de nuestra propia trampa.
El cambio deberá ser absoluto. Los sucesivos gobiernos apostaron siempre por los pobres y cada vez hay más pobres. Es hora de apostar por los ricos. Por los empresarios e inversores que vean en nuestro país una fuente rica de oportunidades. El trabajo hace que las personas sean dignas. Pedir subsidios y alimentos para sobrevivir es solamente prolongar sus respectivas agonías. Darles la caña de pescar y enseñarles cómo usarla, jamás regalarles el pescado.
Brasil, Estados Unidos, España, Francia, Alemania y Japón, junto a la gran mayoría de los países desarrollados de la Tierra apostaron por seducir a los inversores por medio de equitativos y simples sistemas tributarios y políticas de desarrollo a largo plazo.
Recuerdo cuando algunos planteaban la reforma agraria. El argumento eran los latifundios improductivos. Descubrieron que el Estado era el mayor latifundista y por cierto el más incapaz. Luego se enteraron que el problema eran los minifundios pues al no poder contar con la financiación suficiente se volvían improductivos.
En el Senado, el Interventor del Comfer, Mariotto, muy suelto de cuerpo afirmó: “Las empresas no tienen derechos adquiridos en los medios”. Una verdadera locura si lo que intentamos es brindar seguridad jurídica. Nadie invertirá en éstas circunstancias. Tampoco habrá trabajo para las 60.000 personas que trabajan en y para los medios de comunicación solamente en la ciudad de Buenos Aires.
Quería hacerles llegar un texto que me entregara un buen amigo y colega brasileño,
el Dr Freitas Nobre, eminencia jurídica en medios de Comunicación allá por 1986.
Tuvo la deferencia de acercarme su libro “Comentarios a lei de imprensa” donde en su prólogo copia un texto de Rui Barbosa de Oliveira (escritor, jurista, político, diputado, senador, Ministro de Finanzas y Diplomático de Brasil) que muestra a las claras porqué debemos defender la libertad de prensa y la libertad de expresión. Parte del mismo lo he traducido al español y aquella más sabrosa la dejo en su portugués original.
Dijo Rui Barbosa: “ Al limitar la libertad de expresión, esa publicación cotidiana que se llama libertad de prensa, ya no habrá administración, ya que no habrá legislatura, ya no habrá soberanía nacional, ya no habrá tranquilidad, ni confianza, ni crédito, ni trabajo. Reinará o pavor, o arbitrio, a venganca, a forca, a inmoralidade, a miseria, a vergonha. Reinarao os aventureiros, os desabusados, os malfeitores. La imprensa tutelada, a imprensa policiada, a imprensa maculada pela censura, dejó de ser prensa libre, porque su supresión, órgano por excelencia es la fiscalización del Gobierno del pueblo para el pueblo, se transformó en prensa cómplice y encubridora para ocultar ao povo actos do governo (para ocultar al pueblo los actos del gobierno). Fue escrito por el estadista brasileño en 1910.
Espero que los Senadores recuperen su vergüenza y su responsabilidad al igual que lo ocurrido el año pasado con la resolución 125 y el desempate del Presidente del Senado.
Aún abrigo cierta esperanza por el voto de aquellos representantes del interior del país federal.